La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su agencia contra el cáncer, ha clasificado al talco como “probablemente cancerígeno” para los seres humanos. Esta clasificación también se ha aplicado al acrilonitrilo, un compuesto utilizado en la fabricación de fibras para prendas de vestir, alfombras, plásticos para productos de consumo y piezas de automóviles.
El talco es un mineral natural extraído en varias regiones del mundo y se asocia con el cáncer de ovario en algunos estudios parciales en humanos y pruebas concluyentes en animales de laboratorio. La exposición al talco se produce principalmente en el lugar de trabajo durante la extracción, elaboración o elaboración, así como durante la fabricación de productos que lo contienen. Para la población general, el contacto con el talco se produce principalmente mediante el uso de cosméticos y talcos corporales. Sin embargo, algunos expertos señalan posibles sexts en estudios que indican un aumento en la incidencia del cáncer.
Aunque la evaluación se centra en el talco sin amianto, no es posible descartar la posibilidad de contaminación por amianto en muchos estudios en humanos.
Cuando era joven, la empresa farmacéutica Johnson & Johnson (J&J) acudió a los tribunales de 42 estados de EE. UU. UU. en caso de cáncer presumiblemente causado por talco. Sin embargo, una revisión de estudios publicados en el año 2020, en los que participaron 250.000 mujeres en Estados Unidos, no encontró una relación estadística entre el uso de talco en las zonas genitales y el riesgo de cáncer de ovario.
Por otro lado, la OMS ha clasificado el acrilonitrilo como «carcinógeno» para los humanos, basándose en pruebas suficientes de su relación con el cáncer de pulmón y pruebas limitadas en el cáncer de ojos. Este compuesto se utiliza principalmente en la producción de polímeros y también está presente en el humor de los cigarrillos y en la contaminación del aire, que son otras fuentes de exposición.