“La presencia del diáspora africana en la historia argentina es tan importante como poco conocido”, comienza diciendo el libro. Esclavitud y diáspora africana en ciudades del Río de la Plata, que reúne artículos de doce investigadores de diferentes regiones del país. Los trabajos recopilados observan la evolución demográfica y las estrategias de movilidad social de la población de origen africano entre 1776 y 1860.
Los primeros artículos se centran en una análisis demográfico de las poblaciones afrodescendientes, especialmente en las regiones de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y provincias costeras. Luego, los investigadores rastrean las trayectorias de los africanos. esclavizado y sus descendientes a partir de una variedad de temas que ilustran el lugar que ocuparon en la sociedad de la época.
«El negación La relevancia de la diáspora africana es muy fuerte, por lo que es importante contrarrestarla con números, ya que nos permite mostrar cuán central fue la incidencia de esa diáspora que, dependiendo de las regiones, iba desde el 20% de la población hasta el 60% de la población», dice en conversación con Ñ Magdalena Candioti, encargado de editar el libro junto a Orlando Gabriel Morales. Candioti es doctor en Historia (UBA), investigador asociado del Conicet con sede en el Instituto “Dr. Emilio Ravignani” y profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL.
Según él, no hay información exacta sobre la cantidad de esclavos en el momento de la independencia en todo el territorio que hoy es Argentina. Los libros parroquiales, el censo ordenado por Carlos III y otras encuestas parciales de población son las fuentes primarias de una investigación que rastrea también la formas de registrar la diferencia racial. Las palabras “mulato”, “negro”, “zambo”, “pardo” o “mestizo” son etiquetas a veces intercambiables, otras cayendo en desuso según el momento o con sutiles variaciones en sus implicaciones y significados.
Construcción de diferencias
“No pensamos en las clasificaciones, esas marcas raciales como algo fijo, como algo fenotípico que se veía –explica–. Hay prácticas de construcción de la diferencia y de racialización, de otredad, de diferenciación, de construcción de diferencias y de jerarquías que se considerará relevante para marcar el lugar social que tendrán las personas. Entonces, en ese camino de clasificarse, pero al mismo tiempo adscribirse y definirse con ciertas categorías, vamos a esa segunda parte donde vemos las trayectorias”.
La observación de las categorías utilizadas nos permite así ver aquellas transformaciones en las jerarquías sociales. El “demarcación” racialdeshacerse de la etiqueta, apareció como un logro y un símbolo de progreso personal.
“El ‘desmarcar’ será como una forma de intentar borrar los estigmas que estaban asociados a esas otras pertenencias, a esos otros ancestros, ya fueran africanos o indígenas, que fueron objeto de discriminación, de estereotipos. La raza implica que en términos sociales implica ciertos lugares, ciertas actitudes, incluso cierta actitud moral dependiendo de algo que no se elige, que se te da y que parece marcarte. A diferencia de lo que sucede hoy, de recuperar esos ancestros, esos colores”, contrasta Candioti.
Para el historiador existe una renovado interés en los últimos años sobre el tema de la esclavitud en la región vinculado a una situación internacional de reactivación de los movimientos afrodescendientes que, especialmente desde 1992, han comenzado a revisar las narrativas nacionales. Lejos de ser un problema “importado” de otras latitudes, Candioti destaca que el papel de Historiadores pioneros en Argentina. y advierte que “pensar en la racialidad no significa que haya una sola manera de construir las diferencias raciales y procesarlas”.
Conflicto racial
Aunque la misma dinámica de conflicto racial que en los Estados Unidos y las historias de los contemporáneos construyeron la imagen de esclavitud “benigna” en el Río de la Plata, para Candioti “comparar sufrimiento no tiene mucho sentido. Es una esclavitud que tiene otras características, pero la idea de benignidad junto a la esclavitud es como una oxímoron”.
En contraste con esta idea cristalizada sobre las mejores condiciones de los esclavos en la región, uno de los capítulos del libro muestra la consecuencias del abuso sobre la salud de los esclavizados a partir de registros de juicios.
Frente al énfasis histórico en el estudio de prácticas de mestizaje e integración, Candioti sostiene que es necesario revisar el papel que jugaron las relaciones entre pares de africanos y afrodescendientes en la construcción de vínculos que configuraron una comunidad diaspórica. Entre otros temas, el libro también propone una relectura del vínculo entre el rosismo y la población afro.
«Él primero de los censos nacionales Es de 1869. A partir de ese momento se decidió no registrar el color, la ascendencia en ese sentido del pueblo. Y eso, como ha demostrado Hernán Otero, tiene una doble dimensión. Por un lado, se podría decir, es muy liberal, muy progresista decir que «la raza de la gente es irrelevante», pero, por otro lado, nos priva a los historiadores de la posibilidad de sigue a estas personas más fácilmente”, dice Candioti.
Según el autor, el promesa de una república igualitaria Echó raíces en la sociedad, por lo que la reintroducción del pensamiento sobre la raza encuentra actualmente resistencia a nivel social.
“Hoy se está recuperando, se está reintroduciendo esa pregunta en los censos para tratar de ver ¿Cómo impactaron estas prácticas de racialización? que, si bien el Estado dejó de registrarlos en esa dimensión, socialmente continuaron operando. Sabemos que las actitudes sociales no se transforman mediante decretos legales, basados en leyes, por lo que el hecho de que esto no se mencionara en esa clasificación no significa que los estereotipos que se habían construido en torno a estas personas no siguieran operando y también siguieran marcando. a nosotros. esperado o no”, señala.
El libro forma parte de una colección de la editorial. dedicado a los afrodescendientes, que se suma a otros esfuerzos por repensar el lugar histórico de las personas esclavizadas y de origen africano, reincorporando incluso a figuras como María Remedios del Valle a la narrativa nacional. Para Candioti, sigue siendo una tarea abierta para los historiadores combatir ideas previas y seguir contando la vida de los africanos y sus descendientes.