viernes, octubre 11

secuestrado por una democracia dictatorial

Aunque el término “democracia dictatorial” pueda parecer incomprensible para muchos, el panorama democrático panameño lo ha validado incesantemente desde hace más de treinta años.

Aunque el término “democracia dictatorial” pueda parecer incomprensible para muchos, el panorama democrático panameño lo ha validado incesantemente desde hace más de treinta años. Estableció sutilmente esta modalidad de democracia, a través de una escalada de fenómenos que continuamente desestiman el principal móvil democrático; En otras palabras, asistimos a una representatividad inexistente, donde el pueblo vota pero no elige, donde los electos gobiernan siguiendo voluntades cada vez más ajenas a quienes los eligieron para representarlos, donde la brecha de la voluntad popular se amplía y Se distancia de la institucionalidad. que lo representa. En este panorama, la falta de transparencia en la gestión pública, el clientelismo estatal, el monopolio de los medios de comunicación o asistencia cómplice de los mismos, la negación de la participación ciudadana en las decisiones nacionales, viene a reinar de manera indiscutible, y cada vez más fuerte, acompañada inevitablemente de diálogos y pactos. , promovido por las instituciones, que acaban siendo burladas y arrojadas al cesto del olvido. Asistimos así a una democracia efectiva en la contención y atomización del movimiento social, que es, a veces, más efectiva que la antigua coerción de las personas por las armas o los establishments armados garantes del status quo. Para ello son de primordial importancia las comunicaciones artificiales, tendencia claramente reflejada en nuestro país por muchos esfuerzos neoliberales, que mezclan propuestas liberales “progresistas” con falsos populismos que son eficaces para contener las demandas sociales tal como están, muy bien analizadas por el Prof. Juan Jované en su último escrito “La quiebra de la hegemonía del Conep”, bonos y bonos solidarios que cumplen la función de neutralizar los mecanismos de cooptación y que no ayudan en nada al desarrollo social real.

La democracia, más allá del derecho soberano del pueblo a elegir a sus representantes en Panamá, ha asumido en el marco neoliberal la tendencia a vaciar su contenido, perdiendo la esencia original de que los mecanismos de representación deben subordinarse a ella, pasando a ser meramente formales. y procesal, limitado a asegurar los mecanismos electorales, lo que lo hace incompleto y defectuoso. (Pérez Soto, Carlos; 2018) Se ha perdido el fundamento de la democracia que es el respeto supremo a la dignidad humana, la igualdad y la fraternidad. En este sentido, la visión de promover y hacer realidad esa dignidad se ha perdido, a merced de intereses antinacionales y antipopulares. ¿De qué derechos humanos podemos hablar en el caso de la democracia panameña, donde la educación está abandonada y sin el timón de un proyecto de Estado-nación que no contribuye al verdadero desarrollo social? Basta recordar la triste y célebre frase de un empresario para advertir que había que cuidarse de elevar la calidad de la educación pública en nuestro país. ¿De qué derechos humanos podemos hablar en el caso de un sistema de atención médico-hospitalaria deficiente y de un sistema de pensiones y jubilaciones arruinado por el despilfarro, el saqueo y la evasión de tasas? ¿De qué derechos humanos podemos hablar en el caso de un sistema tributario regresivo que quita a los más pobres y favorece a los más ricos, mientras se hace el sordo ante la evasión fiscal multimillonaria y el fraude fiscal por parte de los sectores dominantes? De qué derechos humanos podemos hablar en el caso de un país que opera con un mercado degenerado en oligopolios que suben indiscriminadamente el costo de vida para todo, desangrando el fisco con subsidios excesivos. De qué derechos humanos podemos hablar en el caso de una democracia criolla que no promueve la convivencia sostenible y en armonía con el medio ambiente. En Panamá deberíamos llamar democrático a un sistema político en el que los representantes, en expresa contradicción con lo que debería ser su mandato, aprueban normas que perjudican a sus electores, destruyendo su acceso real a los derechos económicos y sociales más básicos, permitiendo incluso una relación desastrosa. con el medio ambiente. La evidencia en Panamá de estas contradicciones y sus daños, hoy excesivos, nos lleva indiscutiblemente a sopesar, de cara a un futuro torneo electoral, si vivimos en un sistema democrático o padecemos sucesivas democracias dictatoriales.

La situación de demanda para lograr la derogación de la ley minera 406, pone de relieve la necesidad de consolidar un Proyecto Nacional Alternativo, que, superando el sectarismo, sea factible y adecuado en el reconocimiento de la dignidad humana de la gran mayoría de la población panameña. . . Una nueva trayectoria del Estado que incluya un verdadero desarrollo social basado en el compromiso político real de quienes elegimos para tal fin. En definitiva, un proyecto que reconozca que el soberano es el pueblo y que es él quien tiene la última palabra. Viva Panamá libre y soberana sin más democracias dictatoriales.

profesor universitario