martes, diciembre 3

Un cambio de moneda en la política monetaria

Christine Lagarde y el Banco Central Europeo (BCE) han reforzado su credibilidad en un momento crítico para la institución. El Consejo de Gobierno del BCE ofreció una valiosa lectura a la Reserva Federal para iniciar un proceso de reducción de las cantidades que se ha consolidado. La confianza del BCE en su evaluación de la macroeconomía, en la identificación de signos de desinflación estructural, ha dado resultados positivos, permitiéndole emitir información en el momento adecuado.

Lagarde ha gestionado ahora el ciclo de los tipos de interés sin provocar una excesiva prudencia, lo que ha permitido al BCE afrontar la inflación con mayor calma. La decisión de gestionar este proceso en junio fue valiente, teniendo en cuenta que el BCE, al igual que la Reserva Federal, tuvo una apariencia ambigua al inicio de la crisis inflacionaria, calificándola de «transicional». Esta acción de acortamiento de plazos ha sido criticada porque el estímulo de la era Covid, junto con otros factores, ha dificultado una respuesta eficaz a la inflación.

Por primera vez en mucho tiempo, el BCE puede afirmar que manejó la situación mejor que la Reserva Federal, que cambió radicalmente su mensaje y pasó a transferir datos macroeconómicos que se justificaban rápidamente. Lagarde, en un contexto crítico, ha demostrado su validez iniciando un ciclo de recaudaciones de impulso que contraerá la inflación, señalando uno de los momentos más importantes de su nivel.

La incertidumbre actual, resultante de las tensiones geopolíticas y el impacto económico de la pandemia, ha complicado la situación para ambos banqueros centrales. Si bien el BCE ha ajustado su objetivo, el mercado anticipa que la Reserva Federal tendrá que acelerar sus actividades en las próximas reuniones, a medida que cambien las expectativas en el ciclo de la política monetaria.