Un sensor implantable avisa con varias semanas de antelación del fracaso de un trasplante de riñón en ratas, en comparación con los biomarcadores de lafunción renal utilizados hasta ahora.
El dispositivo, probado en un modelo de trasplante renal en ratas, permite monitorizar en tiempo real la temperatura y conductividad térmica del órgano y detectar procesos inflamatorios asociados al rechazo del injerto.
Ubicado directamente sobre un riñón trasplantado, el implante suave y ultrafino puede detectar irregularidades de temperatura asociadas con la inflamación y otras respuestas corporales que surgen con el rechazo del trasplante. Posteriormente, alerta al paciente o al médico transmitiendo datos de forma inalámbrica a un teléfono inteligente o tableta cercana. Los primeros resultados se publica en «Science».
Aunque salva la vida de pacientes con enfermedad renal terminal, la supervivencia a largo plazo de los trasplantes de riñón sigue siendo un reto importante. El fallo del injerto puede producirse en cualquier momento, y las primeras fases del rechazo del trasplante renal pueden ser difíciles de detectar.
Hasta ahora, la biopsia de órganos es el «patrón oro» para diagnosticar el rechazo del trasplante, pero se realiza con poca frecuencia y puede generar riesgos y complicaciones adicionales. Como alternativa, a menudo se utilizan biomarcadores en sangre y orina para detectar el rechazo.
Sin embargo, factores no relacionados con la función renal pueden alterar estos biomarcadores, lo que da lugar a resultados falsos negativos y positivos.
Este equipo de Investigadores de la Universidad Northwestern han diseñado un dispositivo bioelectrónico implantable para monitorizar las características térmicas del órgano con el fin de responder a la necesidad de una técnica fiable y no invasiva para controlar y detectar el inicio o las primeras fases del rechazo.
El sensor térmico, ultrafino y moldeable, de apenas 0,3 centímetros de ancho, 0,7 centímetros de largo y 220 micrones de grosor, se conecta directamente a la superficie blanda del riñón y se conecta a un módulo de comunicación inalámbrica miniaturizado para realizar mediciones a largo plazo, en tiempo real y continuas de la temperatura local y la conductividad térmica del órgano, que se utilizaron como marcadores sustitutos de la inflamación y la perfusión renales, respectivamente.
En estudios con ratas , estas señales identificaron el inicio del rechazo ~3 días antes de que lo hicieran los biomarcadores sanguíneos clínicamente relevantes, cuando los animales no recibían tratamiento inmunosupresor, y ~2 a 3 semanas antes de que lo hicieran los biomarcadores sanguíneos clínicamente relevantes en animales inmunodeprimidos.
«Si el rechazo se detecta temprano, los médicos pueden administrar terapias contra el rechazo para mejorar la salud del paciente y evitar que pierda el órgano donado», asegura John A. Rogers, autor del estudio.. «En el peor de los casos, si se ignora el rechazo, podría poner en peligro la vida. Cuanto antes pueda detectar el rechazo y emprender terapias, mejor».